martes, 23 de febreiro de 2016

Vieiro reafirma sus objetivos con su nueva junta directiva


Aunque con solo unos pequeños cambios, la asociación antidroga Vieiro ha dado a conocer la composición de su nueva junta directiva, elegida en la reunión del pasado 16 de febrero. Estará integrada por José Manuel Vázquez (presidente), Josefina Rey (vicepresidenta), María del Pilar Mata Fernández (secretaria), Rosa Curra (tesorera), Xosé María Arán (director de comunicación), Susana Couto (asuntos judiciales) y María del Carmen Bello (relación con las familias). En ese encuentro también se dio cuenta de la situación económica del 2015 y las actividades previstas para próximas fechas.

Consideran desde la entidad Vieiro que, de ahí en adelante, seguirá reforzándose su gestión en la prevención de las drogodependencias, poniendo a disposición de las familias y de los jóvenes un instrumento de información-formación con el fin de que puedan así resolver los problemas relacionados «con cualquier clase de adicción».

venres, 19 de febreiro de 2016

José Manuel Vázquez Gómez seguirá al frente de Vieiro


El carballés fue reelegido presidente de una entidad que capitanea desde hace más de 25 años


La veteranía es un grado, especialmente en la asociación antidroga Vieiro, que esta semana celebró una asamblea ordinaria para, entre otros asuntos, renovar su directiva, y volvió a depositar su confianza en José Manuel Vázquez Gómez como presidente. Son ya más de 25 los años que este carballés lleva al frente de la entidad.
Fuente: La Voz de Galicia

luns, 15 de febreiro de 2016

Calvo acelera su negocio en América Latina

La compañía ha doblado su tamaño durante la crisis

Calvo acelera su negocio en América Latina
Mané Calvo, consejero delegado del grupo Calvo. (Pablo Monge).


Es una empresa española, pero su país de origen cada año tiene menos peso en su balance. Y así parece que seguirá. El grupo Calvo ha duplicado gracias a su negocio en el extranjero su facturación durante la crisis, pasando de los 377 millones en 2007 a los 765 millones de 2014, último ejercicio con datos.

Tras este fulgurante crecimiento durante los últimos ocho años, la compañía quiere ahora cimentar sus posiciones para mantener sus buenos datos. Mané Calvo, consejero delegado de la compañía, explica que se va a enfocar “en los mercados en los que estamos y seguir creciendo en ellos”.
Este crecimiento en el exterior va en detrimento del peso de España en el balance de la compañía, ya que ha visto frenado su crecimiento por la crisis de consumo que no ha afectado a sus otras divisiones. “Si el negocio fuera únicamente español nos hubiera ido peor, no hubiéramos crecido, nos habríamos mantenido”, argumenta. El país de origen de Calvo pierde año tras año peso en el balance del grupo. En 2015 este porcentaje se ha quedado en el 17%. “El peso internacional tiene que seguir crecimiento, pero no nos hemos puesto ningún objetivo concreto a alcanzar”, apunta.

Brasil es el principal país para Calvo. Supone un 49% de la empresa. El directivo señala que, pese a la deteriorada economía brasileña, confía en que siga creciendo. “En España se consumen unas 10 latas de atún al año por persona, en Brasil una, de ahí el potencial de crecimiento”, comenta Calvo. “España es un mercado muy maduro, la capacidad de ascenso en el exterior es mucho mayor.
Calvo está actualmente en 75 países. Además de Brasil destaca Italia, que supone el 21% de la facturación, Centroamérica con el 7% y Argentina con el 4%. Por ahora, “descarta” entrar en nuevos mercados pero afirma que la compañía estudia “10 o 12 países” en los que ya vende y que sería posible abrir una oficina para “desarrollar y aumentar la fuerza de marketing y de ventas”.
Por ahora tampoco se contempla que se busquen nuevos centros productivos. Cuenta en la actualidad con cuatro factorías desde las que distribuye al resto del mundo. “Mientras no abramos nuevos mercados seguiremos así, lo que sí haremos será ampliar alguna de ellas”, asegura. En ello centrará Calvo su estrategia durante los próximos tres años.
A partir de ese periodo, el consejero delegado de la conservera afirma que “sí ve a la compañía haciendo adquisiciones”. Sin embargo, descarta que estas sean en Asia. “Aunque invertimos en China bastante, vemos el mercado asiático más lejano. El oriental tiene unos hábitos de consumo bastante desoccidentalizados. Toman el pescado mucho mas fresco sin habito por la conserva”, explica.

Entrada en nuevos negocios
El Grupo Calvo ha comenzado a diversificar su cartera de productos fuera de España. Bajo las marcas de la compañía también se venden salsas o vegetales. “Allí somos una enseña nueva y por tanto se reciben bien estos productos”, apunta. Sin embargo, reconoce que no se contempla llevar estas innovaciones a España. “Aquí tenemos mucha historia y se nos liga de manera muy fuerte con el atún”.

El grupo todavía no ha presentado las cuentas del pasado año, algo que suele llegar por mayo, sin embargo, el consejero delegado de la compañía asegura que en el año de su 75 aniversario han logrado cerrar un año “parecido al anterior”. El directivo señala que “en líneas generales hemos facturado más en euros y hemos vendido más toneladas que el año anterior”. Sin embargo, reconoce que se ha visto afectado por cuestiones como la bajada de los precios así como la desvalorización del real brasileño. “Hemos llegado a este momento con buena salud”, a lo que añade que “la trayectoria nos ha llevado a no ser dependientes de un producto en exclusiva”.

“Poco a poco se está saliendo de la crisis”

Mané Calvo señala que aunque España pierda peso, la compañía no deja de apostar por el mercado en el que nació. “Este ultimo año hemos ganado en cuota de mercado, ha ido muy bien y hemos vendido más toneladas”, apunta. “Poco a poco se está saliendo de la crisis”, defiende. Sin embargo, el directivo se muestra cauto. “Ahora está habiendo una subida lenta, débil, pero clara. Sin embargo, no debemos lanzar campanas al vuelo ni pensar que está todo resuelto”.

El consejero delegado del grupo señala que “el gran problema de las marcas es el gran porcentaje de marcas de la distribución, especialmente en las conservas de pescado”. Aunque dice no sentirse “maltratado” por los supermercados, señala que es “bueno para todos” que la marca blanca haya “frenado su crecimiento” ya que “las marcas de fabricante aportan más”. “Si las arrinconas demasiado el valor añadido se pierde y no es buena noticia para los supermercados tampoco”.
Calvo es, a su vez, presidente de la patronal de la alimentación, FIAB. Como tal, el directivo considera que el sector está “cambiando el chip” en cuanto a la internacionalización de las empresas, “apostando por la calidad y el valor añadido”. Argumenta que la industria española tiene “todo para seguir creciendo en el futuro”.

Cinco Días

mércores, 10 de febreiro de 2016

La niña de Allende exiliada que programa los conciertos de El Sol

Marcela San Martín huyó de la dictadura chilena y, tras pasar por Perú, Cuba y la República Democrática Alemana, recaló en Madrid, donde dirige una de las salas más emblemáticas

Marcela San Martín, responsable de la programación musical de la sala El Sol de Madrid.
Vivió el derrocamiento de Allende, la Cuba de Castro, la vida de los otros berlineses de Honecker y los estertores de la movida de Tierno. El itinerario vital de Marcela San Martín (Santiago de Chile, 1967) discurre en paralelo a los mojones históricos del último cuarto del pasado siglo, hasta que echó el freno en una democracia española a la que todavía no le habían salido los dientes de leche. Hoy, a dos paradas de los cincuenta, su acento no remite a pasado alguno, como si su único ecosistema hubiese sido éste.

Marcela tenía cinco años cuando su padre desapareció. Tres días antes del golpe de Estado de Pinochet, Miguel Ángel San Martín dejó de ir por casa y se atrincheró en los estudios de Radio Corporación, ubicada frente del Palacio de la Moneda. “Sabía que era inminente y prefirió estar al pie del cañón en la emisora, donde trabajaba como jefe de los servicios informativos”, explica su hija, entonces confinada con su madre y sus dos hermanos en un piso del barrio de Las Condes.

Habían decretado el toque de queda y, a lo lejos, se escuchaban los disparos y los bombardeos. “Mi madre se llevó los colchones y las mantas al pasillo, lejos de las ventanas”, recuerda Marcela, cuyo apartamento distaba cuatro manzanas de la residencia presidencial. Mientras, Miguel Ángel se encaramaba al tejado de la emisora para huir de las represalias. Era el 11 de septiembre de 1973, la antena de Radio Corporación había sido saboteada y la comunista Radio Magallanes tomaba el relevo para difundir las últimas palabras de Allende.

“Tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano”, declara el presidente chileno antes de morir de un tiro en la cabeza. “Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”. Acto seguido, sonaba Quilapayún con su El pueblo unido jamás será vencido. Vencerían, en cambio, los alzados.
Seis días después, Miguel Ángel, que había permanecido escondido junto a sus hermanos, logra saltar la valla de la Embajada de México, que lo traslada al DF. Su esposa decide seguir sus pasos y aterriza en Perú, donde son recibidos con honores. Las autoridades las habían tomado por unos líderes socialistas, cuando sólo eran una mujer en busca de un marido y tres mocosos a la procura de un padre. Se reencontraron en La Habana, donde el Gobierno cubano habilitó el Hotel Presidente para acoger a los exiliados chilenos. Allí también recaló Beatriz, una de las hijas de Allende, que cuatro años después del golpe pondría fin a su vida.

Miguel Ángel, que hoy ejerce de periodista y locutor en Chillán, donde nació hace setenta años, tuvo que elegir entre Albania y la República Democrática Alemana. Escogió Berlín Oriental, adonde llegaron el día que Marcela cumplía siete años. “Fue muy duro. Quería pasar desapercibida en un país extraño y la supervivencia me llevó a hablar alemán en dos meses”. Apenas queda rastro del idioma en su memoria, pues cuatro años después la familia partió hacia San Lorenzo de El Escorial, invitados por el exsenador chileno Erich Schnake, jefe de gabinete del entonces presidente madrileño, Joaquín Leguina.

“Elvis, Beatles y Rolling Stones eran el demonio capitalista. Pasé de escuchar clandestinamente a Boney M. y ABBA a volverme loca para encontrar una emisora de radio en Madrid, porque el aparato lo había comprado en la RDA y no tenía F.M.”, explica Marcela, que pronto abriría sus oídos a Kaka de Luxe y Alaska y los Pegamoides. De El Escorial a Leganés, de Leganés a Alcorcón, su vida es la crónica de un éxodo. “Y pensar que ahora miramos con lupa a los refugiados…”, reflexiona esta exiliada chilena. “Mis padres no tenían trabajo. Éramos felices, pero sin dinero, hasta el punto de que a veces nos mandaban a la cama sin cenar porque no había qué comer”.

Su madre, que había estudiado Filología Inglesa y ejercido como maestra infantil, encontró un puesto como animadora sociocultural en la Universidad Popular de Alcorcón. Su padre se reinventó y, antes de hacerse un hueco en el Ayuntamiento de Leganés, fundó revistas y radios locales. Ella estudió Publicidad y, con veinticinco años, se enroló en la sala Siroco, una cueva de Malasaña que ha ejercido de plataforma de lanzamiento de bandas alternativas. 

La experiencia acumulada la lleva, de la mano del músico y diseñador Víctor Coyote, a la sala El Sol. Desde 1995, ha sido testigo de la evolución de la música española e internacional. Es más fácil enumerar qué bandas no han pasado por aquí que citar los combos que se han dejado caer por el sótano de la calle Jardines. La lista es ingente y, a pesar de que el espacio no da para más de 299 personas, se han colado grupos de calado. Por ejemplo, durante la gira de tapadillo de First Impressions of Earth, The Strokes eligieron seis locales de pequeño aforo para presentar su tercer disco en Europa. “Tenías que ver las maniobras de un camión de trece metros para llegar a la puerta y descargar el material”.

El Sol es una institución madrileña. Fue fundada en 1979 por Antonio Gastón (un arquitecto donostiarra con querencia por la bohemia cansado de la grisura de San Sebastián) entre las paredes que antes acogían la discoteca Malambo, volcada con el folclore hispanoamericano. Fue un soplo de modernidad, madriguera de la incipiente movida. “El garito más bonito, libertario, liberal y libertino del flamante Madrid democrático”, en palabras del periodista Miguel Mora. Una de las pocas salas de conciertos que sigue mimando al público al ofrecerle la cerveza en botella y por un módico precio, no en vaso de plástico y por lo que cuesta un riñón. 

El apunte no es baladí. “La gente es respetuosa hasta en los conciertos del grupo más punki, y eso que entre los músicos y el público sólo median tres escalones”, justifica Marcela, quien recaló en la sala cuando ya la dirigía Nacho Moreno. A punto de cumplir cuarenta años en la brecha, cada enero celebra su aniversario con un mes de conciertos en el que rescata a las viejas glorias que han pasado por aquí, de Antonio Vega a Los Ronaldos. “Lo más gratificante es ver la cara del público”, confiesa Marcela, responsable de la programación desde hace seis años. Por lo demás, todo (la escalera de caracol, el camarero de pajarita, la cortina roja del escenario…) sigue igual desde entonces. Igual de bien. Bien mejor.

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