xoves, 10 de febreiro de 2011

COMER EN FAMILIA

El momento familiar de encuentro puede variar segundo las costumbres, cultura y situación económica. En nuestro país, a veces, es en el momento en salidas madre-hija haciendo compras, en ocasiones padres y hijos en aficiones comunes. Pero el más valorado es el  de la mesa familiar, en el momento de la comida, desayuno o cena, a diario, o fines de semana, en esos momentos es importante el diálogo para conocerse y establecer el vínculo familar

En muchos hogares el acelerado ritmo de vida de la sociedad actual convirtió en casi una utopía las comidas en familia. Conciliar la vida laboral con la familiar no es una tarea fácil y las prisas, la distribución de la jornada de trabajo o la incompatibilidad de horarios hacen que sea complicado, cuando no imposible, sentar a todos sus miembros alrededor de una mesa. A pesar de que hábitos tan enraizados en nuestra sociedad como la sobremesa parecen estar ahora en declive, diversos estudios indican que comer en familia favorece la comunicación, contribuye a desarrollar la confianza entre sus miembros y fomenta la armonía en el hogar, a potenciar la resolución de conflictos mediante el diálogo. Pero sus beneficios van más allá, ya que ayuda a promover una dieta sana en los más pequeños y a prevenir desórdenes alimentarios en los chicos, en un primero momento es posible que los adolescentes muestren reticencias a la hora de iniciar esta experiencia, pero la hora de la comida se puede aprovechar para volver a conectar con ellos e intercambiar consejos y opiniones.

La cultura contemporánea modificó de tal forma la lógica del tiempo cotidiano en función del trabajo que debilitó la referencia simbólica de la mesa, esta quedó reservada para los domingos o para los momentos especiales, de fiesta o de aniversario, cuando los familiares y amigos se encuentran. Pero, por regla general, dejó de ser el punto de convergencia permanente de la familia, la mesa familiar fue sustituida lamentablemente por la comida rápida que sólo hace posible la nutrición, pero no a comensal. A medida que en las viviendas modernas la cocina se fué reduciendo a un cuarto accesorio, fué perdiendo su calidad de centro de la casa hasta terminar por ser algo simplemente ornamentístico o simbólico y lleno de electrodomésticos.

El beneficio de la mesa radica en conocerse, saber lo que cada uno piensa, hablar de alegrías y tristezas, enriquecerse con las diferentes opiniones, aprender de las cosas buenas que le pasa al otro y superar las frustraciones, a enfrentar el mundo, conocer los riesgos, hacer proyectos de futuro. Promueven estos encuentros el desarrollo de la autoestima del adolescente, su autonomía y su aprendizaje, en general, las interacciones entre lo adolescente y su familia llevan muchos beneficios psicológicos y sociales para él, los jóvenes que se relacionan satisfactoriamente y de forma frecuente con su familia son menos propensos a tener sus más y sus menos de drogas, trastornos depresivos o desórdenes alimentarios. La familia es fuente de afecto, sostiene y sentimiento de pretenza, su función primordial es actuarre cómo modelo identificatorio positivo, a través de escóita y diálogo y planeando actividades acordes con dichos fines.

Debemos promover estilos de vida, tenemos que recordar que es más sencillo promover la adquisición de hábitos alimentarios y estilos de vida saludables durante la etapa infantil que modificar en la adolescencia y la edad adulta los hábitos incorrectos ya adquiridos, para los padres supone, además de un buen momento para inculcar buenas conductas y hábitos en los más pequeños, una excelente oportunidad para establecer el intercambio de opiniones e ideas con ellos, ya que comer en familia sirve para establecer las bases de un excelente foro de debate, además es el escenario ideal para intercambiar experiencias personales y conocer mejor al resto de los miembros de la unidad familiar. La mejor manera de establecer una buena comunicación es evitar cualquier fuente de conflicto durante la comida, hablar de temas apropiados y emplear siempre un tono positivo y optimista. De este modo, los hijos valorarán gratamente el poder sentar a comer todos juntos; para impulsar cambios positivos en la mesa, involucrar a los más pequeños en la selección de los alimentos que se sirven en las comidas y hasta búsqueda que ayuden en las compras y en la preparación de los alimentos, en este sentido, resulta positivo asignarle en la cocina pequeñas tareas adecuadas para su edad, como poner la mesa o hasta servir alguna de las comidas. También para los adolescentes es importante que inviten a sus amigos a comer, aparte de conocelos, podemos sacar conclusiones de su pensar y que ideas tienen, en definitiva saber con quien andan nuestros hijos y la vez reafirmar el sentirse importante el adolescente por este gesto de los padres.

Los niños, por su parte, imitan las actitudes y comportamientos que observan diariamente en los adultos, por este motivo, darles ejemplo es la mejor manera de estimularles a comer de una manera sana y equilibrado. Esto implica sentar a la mesa de acuerdo a un horario regular, guardar las formas, alentar el consumo de alimentos saludables y, sobre todo, mantener una actitud positiva en el referente a la comida. Estar siempre a dieta o disconformes con el cuerpo puede llevar, a largo plazo, a inculcar en los niños sentimientos negativos respeto de la alimentación. Trata siempre de enviar los más pequeños mensajes positivos sobre la comida y como llevar una correcta alimentación.

Queda claro que hacer un esfuerzo especial para conseguir unos horarios adecuados en los que poder reunirse con la familia alrededor de una mesa merece la pena. La alimentación a lo largo de la infancia y durante la adolescencia juega un papel importante en la promoción de la salud. Pero para que los beneficios de esta práctica sean plenos todos los miembros de la familia deben involucrarse en estas reuniones gastronómicas de igual manera, la responsabilidad debe ser compartida y no es conveniente que se establezcan diferencias de comportamiento y trato entre los miembros. Para que se produzca un pleno desarrollo de la confianza entre padres, hijos y hermanos todos deben sentirse iguales en la mesa sin excusas, ni distracciones. Cuando sea imposible conciliar a vida laboral con las comidas regulares en la casa o los más pequeños almuercen en el colegio, resulta imprescindible sacar tiempo para, por lo menos, desayunar o cenar junto a los niños, si el ritmo de vida no permite reservar por lo menos una comida diaria para reunirse con la familia, es primordial prestar especial atención a los desayunos, comidas y cenas durante los fines de semana.

Debemos procurar que nada interfiera en las conversaciones de los miembros de la familia, si los más pequeños se acostumbran a comer en compañía de la televisión, el ordenador u otros aparatos? perderemos una gran oportunidad de promover la interacción familiar a la hora de comer, es necesario, por lo tanto, no abusar de su uso. Por otro lado, los niños que comen frente al televisor lo hacen sin ser realmente conscientes de cuanto están comiendo y, segundo señalan diversos estudios, es más fácil que tiendan a ganar más peso del adecuado.

Pero en la mesa no sólo surgen coincidencias, muchas veces puede ser lugar de diferencias generacionales, discusiones familiares o de pareja, esto debe ser tomado también como algo positivo, la mesa no tiene por que ser siempre un espacio de placer, las discusiones forman parte de la vida cotidiana y eso también es una forma de enseñar a los hijos, las discusiones con respeto y sin violencia, pueden sumar, también se sabe que cuando la familia tiene diálogo, este es un buen sosten para la salud del niño o adolescente se conserva mejor. El diálogo es fundamental, as veces el diálogo es difícil por la confrontación propia de este momento de la vida en que los jóvenes ya no sienten que sus padres son las personas idealizadas de la infancia, prefieren estar solos o con sus amigos y buscan jóvenes referentes entre los adultos, es frecuente que traten de imitar a un deportista o a un cantante o a otra figura con la que se identifican y también que un día piensen una cosa y otro día otra, no les suele gustar oír consejos ni que constantemente le pregunten que hace, que piensa, que siente, necesitan de momentos de intimidad.

Debe reconocerse entonces que la mesa es también lugar de tensiones y de conflictos familiares, donde las cosas se discuten abiertamente, se explicitan las diferencias y pueden establecerse acuerdos, donde existen también silencios perturbadores que revelan todo un malestar colectivo. También es importante tener en cuenta que hay familias con  sus más y sus menos que llevan a que el encuentro sea dificultoso, algunos padres que piensan que los hijos deben escucharlos pero no dan valor a la opinión del adolescente y también hay padres devaluados por no poder ejercer el rol de proveedores.

En definitiva recuperemos la mesa como un espacio para potenciar la famila, buen probecho.

.

Ningún comentario:

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...