domingo, 21 de abril de 2019

Los empresarios gallegos demandan estabilidad

 

 

La Voz sondea a casi un centenar de firmas gallegas sobre las incertidumbres actuales: un 61 % de ellas admiten que el panorama económico se ha deteriorado, pero la mayoría aún confía en sus fortalezas



REDACCIÓN / LA VOZ 
La economía es un ser vivo. Voluble, sensible a cualquier movimiento. Así sea financiero, político o social. La confianza de sus protagonistas, sin ir más lejos, actúa como catalizador en un sentido o en otro: como acelerante o como un freno. La de los empresarios es esencial por cuanto de sus decisiones (inversiones, contratación...) depende en buena medida la salud del paciente. La Voz ha testado la opinión de casi un centenar de compañías gallegas de las cuatro provincias y de los más variados sectores para conocer de primera mano su percepción del momento ahora que las dudas sobre el futuro de la economía a corto plazo son más que una evidencia. El PIB español concluyó el 2018 con un repunte del 2,5 %, cinco décimas menos que en el 2017 y el peor dato desde el 2014. Y lo que es aún más preocupante: la inversión en maquinaria y bienes de equipo se desplomó un 1,5 % al cierre del ejercicio, el porcentaje más bajo en un año y una señal de que son muchas las firmas que no las tienen todas consigo.
En esta línea, los empresarios gallegos reconocen que el clima se ha deteriorado, un 61 % de las compañías consultadas se alinean en esta visión, pero son mayoría igualmente (un 57 %) los que mantienen su confianza en las fortalezas de la economía española. Este optimismo podría resultar un pilar para sortear las dudas que acechan a las principales economías de la eurozona, lastradas por la desaceleración del comercio mundial y las incertidumbres respecto de la guerra comercial y el brexit, y contrasta notablemente, por ejemplo, con el sentir mayoritario de sus colegas alemanes. El índice de confianza de los empresarios germanos se hundió en febrero hasta los 98,5 puntos, el nivel más bajo en cinco años.
 En Galicia, no obstante, y aún reconociendo lo delicado del momento económico, son muchos los empresarios que mantienen la calma e identifican perspectivas positivas para sus negocios. Mané Calvo, el consejero delegado del Grupo Calvo, es consciente de que el optimismo es inferior al de los últimos años y reconoce que el panorama actual, con unas condiciones de financiación cada vez más duras y la inversión y el comercio internacional ralentizándose, apunta a un cambio de ciclo. Con todo, lanza un mensaje de esperanza: «La economía ha pasado por peores situaciones y de lo que se trata es de que logremos mantener la estabilidad y que la demanda interna pueda seguir impulsando el PIB, aunque sea a otro ritmo. Así que nuestra confianza en el mercado español es firme», argumenta.
Miguel Temboury, el director general de Endesa Noroeste, realiza un diagnóstico similar, con una economía «más vulnerable», pero cree que algunas de las medidas adoptadas a nivel interno en los últimos años podrían permitir que España dé esquinazo a la recesión y atraviese esta tormenta limitando el ajuste a un período de desaceleración. «Las empresas -arguye-, las administraciones públicas y las familias están menos endeudadas y se han adoptado medidas y comportamientos más prudentes».
Sobre estas actuaciones introduce una puntualización el director general de Congalsa, Luis Miguel Simarro, quien cree que decisiones como la subida del salario mínimo podrían suponer una barrera para estrechar el cerco sobre los índices de desempleo. Simarro ve preciso acompasar las políticas públicas con las sombras que han aparecido desde el verano sobre la economía: «Si las medidas sociales propuestas por el Gobierno se compensan con mayor presión fiscal a la empresa, esto podría afectar a la inversión y provocar que nuestro país pierda competitividad». Una apreciación esta en la que también coincide el director general del Grupo Intaf, José Ramón Franco Caaveiro: «Las medidas sociales pueden dar lugar a un endeudamiento mayor del previsto y ello derivar en medidas correctoras basadas en el incremento de la carga fiscal, lo que nos restaría competitividad en todos los ámbitos».
 El devenir de estas variables inquieta a los empresarios gallegos precisamente porque de la dirección que tomen dependerá el futuro a corto y medio plazo de una economía como la española, fuertemente indexada con las de su entorno en buena medida por la pujanza de su sector exterior y de otros con gran peso específico como el turismo. «Habrá que estar muy pendiente de cómo evoluciona el entorno económico internacional -fundamenta José Ramón Pérez Nieto, el presidente del Grupo Pérez Rumbao-, ya que condicionará de manera decisiva la marcha de una economía como la nuestra». Pérez Nieto cree que España, pese a la desaceleración, conseguirá mantener las tasas de crecimiento más elevadas dentro de la UE, para lo que reclama un marco estable y decisiones políticas razonables y bien pensadas.
El vaso medio lleno también lo ve Olalla Cuiña, la directora de ventas de la lalinense Inasus, quien aún mantiene intacta su confianza en la economía española e incluso apela al dinamismo del sector en el que despliegan su actividad. Cuiña sí distingue, no obstante, demasiados frentes abiertos como para avanzar un pronóstico de la evolución económica en los próximos dos años: «Guerras comerciales, brexit, populismos, precios del petróleo...» 
 
Casi el 60 % de los empresarios gallegos encuestados exigen al futuro Gobierno sensibilidad y habilidad para entender la dimensión del momento y la necesidad de activar medidas adecuadas
Estabilidad. Certidumbres. Ambos términos constituyen música para los oídos de los empresarios. Y a tenor de lo que dicen los gallegos, no anda especialmente afinada la orquesta por el ruedo ibérico. La inestabilidad política es, con abrumadora mayoría, el gran factor de riesgo que se cierne sobre la economía española a día de hoy. Casi un 60 % de las firmas encuestadas apuntaron directamente a esta variable cuando se les preguntó sobre aquello que más les preocupa para garantizar la buena marcha de sus finanzas. El dato es especialmente llamativo por cuanto el segundo factor en importancia citado por las compañías, el brexit y la guerra comercial, aglutina al 15 % de las mismas. Después aparecerían, con menor protagonismo, otros elementos como la crisis demográfica, la caída del consumo, la falta de mano de obra, el acceso al crédito o a la materia prima.

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