Como profesora del colegio Xesús San Luís Romero manifiesto mi perplejidad ante la noticia del, al parecer, rechazo de los padres de Carballo a escolarizar a sus hijos en este colegio. Digo perplejidad, porque ofensa no puede ser, ya que «no ofende quien quiere si no quien puede», y es evidente que no pueden.
La ignorancia es muy atrevida, dicho popular que por sabio perdura en el tiempo.
¿Cómo se puede rechazar y vilipendiar aquello que no se conoce? ¿Cómo se puede tener la desfachatez y poca inteligencia de que de un plumazo nos descalifiquen a toda la comunidad educativa? Porque aquí lo que se rechaza no es un edificio o cosa, sino que ponemos en entredicho a 148 alumnos, a sus padres, al personal no docente y al profesorado. Me gustaría decirles a esos padres que nuestros alumnos tienen una categoría humana como pocos de otros colegios.
Aquí los niños son respetuosos, acogedores con sus compañeros y especialmente sensibles ante aquellos que tienen más dificultades. Son buenos compañeros, por lo que aquí el acoso es imposible. ¿Peleas? Sí, como en cualquier parque del pueblo. Son niños. La diferencia es que aquí, respecto a otros, no son inducidos por sus padres para que peleen o rechacen a unos u otros niños.
Puede que todo sea debido a que no agrupamos a los niños ni por raza, ni por color, ni por religión ni por estatus social. Aquí conviven pobres con ricos, europeos con americanos, asiáticos y africanos. Niños sin dificultades, con pequeñas dificultades y muy dependientes.
Jamás en este colegio ningún niño ha mirado mal y menos ha dicho nada malo a ningún compañero con problemas: al contrario, se vuelcan en ayudarlo.
Los padres son los más respetuosos con el personal docente y no docente que haya visto en ningún otro colegio. Vienen de frente. Nos respetan. Si hay algo que no les gusta lo dicen. Y los maestros tenemos la misma carrera y pasamos la misma oposición que nuestros compañeros de los demás colegios públicos (los privados no tienen oposiciones). María José Mato y seis profesoras más.
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