Xosé María y su hija Andrea, quien no fue al viaje escolar
de fin de curso a Italia por el coronavirus
Andrea deseaba disfrutar con sus amigas de la excursión de
fin de curso a Roma, pero el COVID-19 provocó que su familia prefiriese
cancelarla. Consciente de su preocupación, la estudiante de Bachillerato aceptó
quedarse en casa, al igual que seis compañeros
MADRID27/02/2020 22:31 ACTUALIZADO: 28/02/2020
HENRIQUE MARIÑO @solucionsalina
¿Qué haría usted si su hijo tuviese preparada la maleta para
ir de viaje de fin de curso a Italia? A Xosé María Arán le dio pena ver cómo
Andrea no podría cumplir su deseo de visitar Roma con sus amigas, pero entendía
que lo más conveniente era que se quedase en casa después de los casos de
coronavirus registrados en el norte del país transalpino. "Ahora sé que
seguramente no le pasaría nada, aunque como padre no podía permitir que se
fuese. Soy responsable de ella, es lo que más quiero y antepongo la prevención
al disfrute".
La decisión tuvo que tomarla de urgencia el domingo. Los
responsables del instituto donde la joven estudia primero de Bachillerato
convocaron a los progenitores la noche antes de la partida para comunicarles
que la excursión escolar dependía de ellos. No podía ser aplazada y, en caso de
cancelación, la agencia tampoco les devolvería el dinero. Arán y su mujer
tenían claro que lo mejor era que no fuese, pero decidieron consultarlo con
ella al regresar a su domicilio para que diese su opinión.
Debían decidirlo con rapidez y confirmarle a los
organizadores su postura. Siete estudiantes del instituto Monte Neme de
Carballo optaron por no viajar, mientras que cincuenta y dos volaban horas
después hacia la capital italiana. "En ese momento, no sabíamos cómo iba a
evolucionar el coronavirus durante los siguientes siete días, el tiempo que
echarían en Roma, por lo que lo consensuamos entre todos", explica Arán,
consciente de que a cualquier adolescente el cuerpo le habría pedido viajar con
sus compañeras.
Todavía faltaban dos días para que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, recomendase no viajar a las regiones norteñas de Emilia Romaña, Lombardía, Véneto y Piamonte. No incluía a Roma entre las zonas de riesgo, pero su advertencia no llegaría hasta el martes, un dato que la familia coruñesa obviamente desconocía. "Con nuestra negativa no pretendemos contribuir al alarmismo, porque estamos informados y no somos unos paranoicos", advierte Arán, vicepresidente de la asociación antidroga Vieiro.
"Sería una incongruencia dejar ir de viaje a mi hija
cuando trabajo en prevención", añade el padre de Andrea, a quien le pudo
la "incertidumbre" y el convencimiento de que el
"sacrificio" debía anteponerse a su ilusión. "Hay que tener en
cuenta que el domingo carecíamos de la información actual y a ese
desconocimiento se sumaron otros factores. Moralmente, si veo que hay un
problema, prima la seguridad. Sé que la posibilidad de que se contagiase es
remota, pero nunca me perdonaría que le pasase algo, aunque me gustaría dejar
constancia de que los padres que lo permitieron quieren tanto a sus hijos como
yo a la mía".
Además había otra razón: por muy improbable que fuese, si
resultase contagiada podría importar el coranovirus a España, se dijo.
"Hay que ser solidario y pensar en todos, no contribuir a propagar la
epidemia. Nuestra negativa no fue una decisión cómoda ni un capricho paterno,
sino que responde a una filosofía de vida", explica Arán, quien subraya
que tanto él como su esposa le dieron a Andrea la opción de que opinase.
"Charlamos y nos vio tan preocupados que optó por quedarse. Me quedé
sorprendido con una respuesta tan madura, porque estaba siendo responsable,
pero también dejando a sus amigas de lado".
Ya le han escrito desde Roma y todo va bien, por lo que
sería cruel preguntarle si sus colegas están disfrutando del viaje. "Me ha
dado pena no poder ir con ellas y, de hecho, al principio me lo tomé bastante
mal. Sin embargo, ante la situación que se vivía en el norte de Italia preferí
no ir", explica Andrea, quien confiesa que días antes de la partida
deseaba viajar pese a que ya se habían registrado casos de personas que habían
contraído la enfermedad COVID-19. "La víspera del vuelo, en cambio, la
situación empeoró e incluso yo empecé a tener miedo, por lo que creí que lo
correcto era quedarme en casa".
Y si hubiese decidido viajar, ¿cómo reaccionaría su padre?
"Si ella lo tuviese todo claro y fuese consciente de nuestra preocupación,
la dejaría ir. No obstante, en aquel momento la pregunta no habría tenido
respuesta, ya que fue suficiente una conversación para que lo
comprendiese", recuerda Xosé María Arán. "Puedo conocer Roma en el
futuro, aunque me da rabia no haber compartido este viaje con mis compañeros de
curso", se sincera Andrea, a quien no le cabe duda alguna de que la
precaución de sus padres responde al cariño que le profesan.
"Eran dos sentimientos encontrados y optó por el menos
cómodo: quedarse aquí y no ir con sus amigos, que era lo que en realidad
deseaba", comenta su padre, quien reconoce que en su caso viajaría a la
capital italiana sin ningún problema. "Esa hipotética situación ya me la
ha planteado alguna persona, si bien es totalmente diferente. Yo iría porque
soy un adulto que toma una decisión y asume las consecuencias, pero no estoy
dispuesto a arriesgar la vida de mis seres queridos", razona Arán, quien
rebaja la gravedad de algunas palabras como "peligro" o
"riesgo" porque su intención no es dramatizar, ni mucho menos
extender el alarmismo con el COVID-19.
Tampoco quiere ser ejemplo de nada, por lo que aclara que lo
único que ha hecho es actuar en conciencia, explicándole a su hija la situación
y cediéndole la palabra. "Me quedé muy satisfecho y agradecido con su
contestación", concluye el padre de Andrea, quien apeló a la
responsabilidad para sopesar una decisión que hizo sentirse orgullosa a su
familia. "Al final, lo decidimos entre todos, pero en mi elección pesó que
ellos quisiesen que me quedara". No hay sacrificio sin recompensa, cree
Arán, quien considera que en el futuro disfrutará de muchos viajes porque, con
diecisiete años, su vida no ha hecho más que despegar.
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