Posiblemente
estén bien estos días para recordar a la población la existencia de esta
enfermedad y que se visualice más por toda la sociedad para poder entender mínimamente
en que consiste y sus consecuencias.
Mi
padre sufre esta enfermedad con 81 años, pero realmente lleva ya cinco años con
sus mundos interiores, que por mucho que os cuente de sus actos, lo que realmente
siente sólo lo sabe el, porque su mundo esta en un plano desconocido por
nosotros en el cual se entremezclan sus sentimientos, sus vivencias, sus alegrías
y sus penas, haciendo un coctel ininteligible por su cerebro.
Para mi esta enfermedad me ha robado a mi
padre, si me lo ha robado…. Y lo digo porque en su caso un día me saludó como
su hijo y al siguiente ya no sabía quién tenía enfrente, duro de verdad os lo
digo, no poder despedirse de tu padre y
sin embargo lo tengo todos los días frente a mi, porque está físicamente con
nosotros, pero realmente no podemos disfrutar de el como antes.
Sobre todo por la pena de sus dos nietas, mi
hija la mayor si pudo disfrutar de el algo y como buen abuelo incumplió todas
las normas que le había puesto a sus hijos, para ella fueron el consentimiento
de todo, comprarle chuches… que decir, lo que hacen todos los abuelos. Pero la
pequeña - de ocho años – sólo conoce a su abuelo con su enfermedad, da gusto
verla cuando está delante de él y le brinda su sonrisa, mirando hacia nosotros
, sin entender en el fondo por que le ha pasado a su abuelo esto y no ha podido
compartir buenos momentos con el. Ellas
están perfectamente informadas y asumen la enfermedad de su abuelo, pero por
mucho asumir, tanto ellas como nosotros sus hijos y familia, no nos deja de
asombrar los compartimientos que derivan de esta enfermedad.
No es
mi intención relatar aquí la vida de mi padre y su enfermedad, que daría para
mucho, es sencillamente hacer un acto de cariño y que si alguno o alguna que leéis
este comentario y tenéis un familiar con Alzheimer me entenderéis perfectamente,
si yo lo digo muchas veces, es una muerte en vida y sobre todo una cruz muy
pesada, pero no menos para los muchos “Cirineos” que tienen que acompañarlos a
llevarla y en muchos casos cargar con ella.
Hoy
quiero dejar aquí estas letras para testimoniar mi mayor agradecimiento a mi
MADRE, que es una más de esa gran marea de familiares que pasan las 24 horas
conviviendo con los enfermos de Alzheimer, nadie que no viva esta “pasión” no
puede llegar a comprender el desgaste físico y mental que tienen que afrontar y
sobre todo la soledad interna que tienen que pasar, la externa se va cubriendo
al principio con visitas de familiares, amigos, vecinos, etc., que cada vez se
van haciendo más espaciadas como estés tres puntos…
Tienen
una labor impagable, cuidando con cariño y resentimiento al enfermo, no
entendiendo seguramente su enfermedad por mucha lectura que hagan sobre el
tema, por mucha terapia, por mucho más ¿Qué?
El problema está ahí y agravándose
día a día. Intentan buscarle un motivo, una explicación a los
comportamientos, pero no se puede encontrar porque no lo hay.
Un día
piensan que va mejor, al día siguiente se hace duro por el comportamiento del
enfermo, y así un segundo, un minuto, una
hora, un día, un mes, un año…. Pero ante
todo siguen luchando y cuidándolos, los alimentan, los lavan, los visten como
si fuese todos los días domingo, con cariño y esmero. También como no, tienen miles de momentos que
están al borde de tirar la toalla, pero el amor y el cariño se imponen y
vuelven a levantarse para seguir adelante.
Parece
a lo mejor que lo que voy a decir es ser egoísta, pero no es así, padece menos
el enfermo que el cuidador y yo me pregunto ¿quién cuida al cuidador?, Los
hijos tenemos nuestras vidas, ayudamos en lo que podemos, los amigos, conocidos
o vecinos pueden hacer la visita, pero una vez que hacemos esa fugaz visita en
un problema tan grande, vuelve la soledad del cuidador y volver a luchar con la
sin razón.
Gracias
Mamá y a todos aquellos y aquellas que hacéis que los enfermos de Alzheimer y
sus cuidadores sean un poco más felices en su mundo irreal.
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