Los concellos de la comarca tienen que hacer esfuerzos para
mantener las plazas y los campos limpios tras las fiestas
LORENA REY X. A.
CARBALLO / LA VOZ 28/07/2019
LLegó el verano y las verbenas se multiplican. Y uno de los
efectos es que después de las actuaciones de determinadas orquestas, sobre
campos, plazas, caminos e incluso fincas quedan toneladas de basura. Comisiones
de fiestas, operarios municipales o dirigentes locales tienen que armarse de
paciencia y conseguir eliminar esa ingente cantidad de residuos para dejar los
espacios públicos decentes. La costumbre de dejar botellas, bolsas, vasos y
demás se ha convertido en una costumbre perniciosa.
José Luis Villar,
responsable de limpieza de los concellos de Carballo, A Laracha y Malpica,
entiende que los jóvenes hagan botellón: «Se van a unha taberna crávanos, e
deste xeito sáelles moito máis barato». De todas formas, cree que «poderían ser
un pouco máis responsables».
En Coristanco, las comisiones de fiestas reciben
la ayuda del Concello para limpiar los desperdicios. En Cabana,
sorprendentemente, Carlos Allo Cundíns, edil de Obras, aclara: «Na festa de San
Fins a sucidade reduciuse en cantidade nos últimos anos». El regidor de
Ponteceso, Lois García Carballido, considera que «o fenómeno do botellón está
descontrolado, o que implica un problema ambiental e de saúde». El personal del
Concello de Dumbría aporta como solución a tanto descontrol «potenciar as
festas pola tarde».
En Laxe tienen 15
operarios. El concejal de obras, Eulogio Constancio, aprecia que «hai moito
botellón en calquera sitio, polo que é necesario mentalizar á xente». A la
brigada de obras y servicios de Fisterra no solo le sorprende la basura. «Ás
veces aínda se atopan con xente por alí», dice Xan Carlos, concejal de Obras.
El personal del Concello de Muxía incluso ven algún atisbo de civismo: «Moitos deixan
as bolsas arrimadas a un lado, que non é o mesmo que se quedan no medio da
festa», piensa Ramón, coordinador de Protección Civil.
En Cee tienen una empresa
externa para la limpieza de sus zonas públicas. En los meses de verano tienen
que contratar más personal y aumentar la plantilla, entre otras cosas para
limpieza de las verbenas.
El Concello de Corcubión tiene siete operarios. «As
grandes festas complícannos bastante a situación», afirma el alcalde. En Zas,
el regidor comenta: «Hai algunha melloría dende que levamos contedores de
vidro». La gente joven está concienciada, pero «chegado o momento do botellón
non se dan conta», comprende Muíño.
«A dedicación dos operarios é de 10, é de
agradecer o seu traballo», declara la alcaldesa, Mónica Rodríguez, sin querer
poner leña al fuego. En el Concello de Cerceda disponen de una brigada de la
Diputación además de la brigada municipal, un auténtico batallón «Para a Festa
do Cochiño do domingo irán 14 persoas», declara José Liñares.
En Camariñas
escasea el servicio. «Cada vez son menos operarios e neste momento non podemos
contratar», manifiesta la alcaldesa, Sandra Insua.
«Ensinamos a divertirnos de
xeito incorrecto»
La Asociación Vieiro, de Carballo, se encarga de todo lo
relacionado con la prevención del alcoholismo. Organiza actividades como
programas para alumnos de ESO sobre cuestiones de salud, talleres para niños de
primaria sobre prevención de drogas y participación de autoescuelas en
encuentro con el tema principal del alcohol y su implicación en la seguridad
vial. En cuanto al botellón en verbena, el portavoz de Vieiro, José María Arán,
cuenta que «son moitas as problemáticas asociadas ao consumo masivo de
alcohol». De esta manera no entiende que se permita consumirlo en espacios
públicos, y afirma: «Estamos ensinando a divertirnos de xeito incorrecto».
Además cree que «non é culpa dos mozos, eles veno e fano». Todos nos vemos
afectados de alguna manera. «Nas grandes festas xa se normalizan os consumos»,
explica.Cuando se habla de quien tiene la responsabilidad en esta situación
Arán tiene claro que: «É responsabilidade dos organizadores, das comisións e
dos pais dos menores».
Incivismo
Una cosa es la fiesta, y otra, beber sin cuento. Cualquier
sociedad sana debería promover la diversión sana. El argumento de que las
consumiciones en los bares son caras no sirve porque beber no es una
obligación. Divertirse sí es una necesidad, pero uno puede hacerlo sin
necesidad de ingerir a calderos. Lo que no es admisible es que los campos de
fiestas y plazas queden como estercoleros. Eso es incivismo puro y duro. Sin
paliativos.
Ningún comentario:
Publicar un comentario