VIDEO: FRAN PARDO.
CARBALLO / LA VOZ
A José Manuel le encanta la Navidad. Desde niño, y siguiendo
el ejemplo de su padre y abuela, monta cada año un espectacular nacimiento de
más de treinta metros cuadrados, centenares de piezas diferentes, instalación
eléctrica, hilo musical, fuentes de agua activas y hasta trozos reales de pan.
Lo suyo es pura dedicación y entrega.
Comienza cada año alrededor del puente de
Todos los Santos, y dedica desde entonces todo su tiempo libre a montar el
belén en el bajo de su casa, en el barrio carballés de A Milagrosa. Dado que
durante la semana vive y trabaja en A Coruña -es miembro de Artefíos, una
asociación para la inclusión de personas con discapacidad intelectual- solo
puede dedicarle a esta creación magna los fines de semana, pero los aprovecha
al máximo.
«Empiezo de atrás hacia delante, por tableros, y voy imaginándome en
qué lugar colocaré cada cosa: primero las montañas, después el desierto, el
nacimiento, los oficios...», dice el propio José Manuel, que confiesa no
repetir los diseños de años anteriores.
Como novedad, estas Navidades ha
incluido el Camiño de Santiago, la representación pictórica de la noche y el
día y alguna que otra figura que ha querido renovar, como el pesebre, que era
muy antiguo, o los camellos.
En primer plano de este enorme belén figuran los
oficios artesanos más típicos de la comarca: el hilado con lino, con pequeñas
miniaturas de los aparatos de tejido; la olería de Buño, con diminutos cuencos
y jarrones de barro y piezas hechas a mano por su abuelo; el prolífico sector
panadero, el eléctrico, o el carpintero. Está presente también la ganadería y
el trabajo de la tierra.
Todo tiene cabida en este nacimiento y, como las
piezas que hay a la venta «son muy básicas», muchas se las inventa él mismo con
los materiales que va encontrando por la casa o que le donan los vecinos.
Presume orgulloso, por ejemplo, de un pequeño olivo y una aldeana con un cesto
lleno de aceitunas.
Podría decirse que el de la casa de los Barreiro es algo así
como un eco-belén, pues muchos de los elementos que utilizan en su colocación
son reciclados o reaprovechados. Usan, por ejemplo, restos de las grandes
alfombras florales que se colocan en septiembre por el barrio, viruta de
carpintería, algo de musgo natural, cáscara de madera «que nos la dona la
señora Chelo, una vecina de 86 años que también me trae restos de las
alfombras»... En definitiva, es un trabajo de todos, un «Belén comunitario»,
como lo define Guillermina, la madre de José Manuel. Una vez finalizada la
estructura, también es un vecino del barrio el que le echa una mano con la
instalación eléctrica, que articula por debajo de la mesa para poder dar luz a
los talleres artesanos y a las pequeñas casitas de los aldeanos.
Siendo un
proyecto global, no es de extrañar que cada año este bajo de Carballo se llene
de curiosos que quieren echar un vistazo al Belén. «Vén ata xente da Coruña a
velo, é unha pasada», reconoce Guillermina. Y para dotar a la casa de un mayor
espíritu navideño -si cabe- suenan villancicos a todas horas y en el balcón del
primer piso, donde tienen la vivienda, se han montado todo un despliegue de
iluminación.
Y es que, además del nacimiento montado en el bajo, por todo el
piso hay pequeños detalles navideños, como una antiquísima escultura de los
tres Reyes Magos -de la que ni Guillermina es capaz de determinar su fecha
exacta- un árbol con un montón de regalos en su base, una terraza con grandes
bolas de luz o una nutrida colección de tazas con temática navideña. «Me
chifla», concluye José Manuel. Es evidente.
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