mércores, 9 de febreiro de 2011

FAMILIA ESCUELA UN BINOMIO IMPRESCENDIBLE

Estaba el que escribe leyendo diversos artículos periodísticos e informes sobre la educación vista desde diferentes partes, épocas… y no deja uno de sorprenderse de que la actualidad sigue profundizando en la degradación de esta, pero no en los conceptos, sino en la interrelación que hay en la actualidad entre escuela, familia y adaptación de estos a la sociedad actual.

Es sabido que la implicación de los padres en las escuelas afecta positivamente al desarrollo de los hijos e hijas de la misma forma que la que la del profesorado, más allá del desarrollo profesional, ya que desde mi punto de vista la implicación de los últimos han de tener un compromiso vocacional, para ser un buen profesional.

Mientras el hijo está en edad escolar su educación es una responsabilidad compartida entre el colegio y la familia. Ambas instituciones, familia y colegio, persiguen los mismos objetivos, por lo que deben trabajar conjuntamente y sus funciones han de ser complementarias.

Los padres son expertos en sus propios hijos y pueden contribuir de diversas formas en su educación. Los profesores y los responsables del colegio son expertos en educación y hoy en día tienen una tarea muy compleja, como es proporcionar una formación integral a nuestros hijos. Actualmente las investigaciones han demostrado, sin dejar espacio a ninguna duda, que la implicación de los padres en los centros educativos afecta positivamente al desarrollo de los hijos a todos los niveles, lo que se refleja en:
Su rendimiento : tanto en áreas cognitivas (lectura, escritura y cálculo) como en áreas no cognitivas (asistencia regular a clase, motivación hacia las tareas escolares, participación activa en el aula,)
Su motivación y seguridad : son más independientes, muestran más iniciativa, presentan una mejor autoestima.
Su conducta: disminuyen los problemas de conducta, de disciplina,... Se influye de forma preventiva en el consumo de drogas, en las dificultades sociales y en la violencia social.
Sus actitudes más positivas (hacia el centro, hacia las actividades escolares y hacia el estudio) .Sus habilidades (lingüísticas, sociales,...), que enriquecen su personalidad.
Delegación de responsabilidades
la mayor implicación que los padres solicitan a los profesores se traduce en una delegación de responsabilidades «como si sintiéndose desbordados por las exigencias, solicitaran ser sustituidos por los maestros». Por otra parte, el hecho de que sólo un 1,3% de los encuestados demande mayores recursos en las aulas demuestra que se trata de «una demanda personalizada referida a los educadores y no al sistema educativo». En este sentido, la FAD puntualiza que los padres no pueden eludir su responsabilidad educativa. En opinión de Ignacio Calderón, director general de esta institución, «los padres y madres no podemos delegar las responsabilidades educativas en agentes externos, pero desde las instituciones también debemos poner a disposición los instrumentos necesarios para los padres que necesiten asesoramiento».

No hay unanimidad sobre que supone la implicación de los padres, pero una de las consideraciones más aceptadas es que su participación no se reduce a asistir a unos eventos organizados por el colegio o tener un buen programa de voluntariado. El mayor apoyo para el aprendizaje está relacionado con el estilo de educación (lectura por la noche, ayuda y supervisión en los deberes, expectativas altas sobre el rendimiento de los hijos...). Es decir, los padres tienen el derecho y la competencia para ayudar a sus hijos en su formación .

Históricamente, se ha mantenido una línea de implicación denominada “educación de padres”. Esta línea se centra en los hijos y parte de la consideración de que los padres necesitan del acceso al conocimiento para poder ejercer adecuadamente su rol de padres. Existe un segundo enfoque centrado en la “ participación ciudadana” , que parte de la asunción de que los padres como adultos tienen el derecho y la competencia de participar en la toma de decisiones que afecten a sus propias vidas y a las de sus hijos. Actualmente, es mayoritaria la segunda opción y esto permite pensar en diferentes y variadas formas a través de las cuales los padres pueden implicarse en los colegios (participando en la APA, ayudando a los hijos en sus tareas escolares, organizando actividades de tiempo libre, impulsando la motivación por las actividades deportivas...).

ACTITUD DE LOS PADRES. Existe una relajación de las obligaciones educativas. Educar no es decir sí a todas las exigencias de los niños, también es decir no, fijar normas y supervisar el cumplimiento de éstas. Ni la educación autoritaria, en la que el afecto brilla por su ausencia, es buena, ni tampoco lo es aquella en la que prima el todo vale, la negligencia. Los padres no son colegas o amigos de sus hijos y son responsables de su educación, una obligación que en muchos casos los progenitores delegan en la escuela. Los padres de niños o niñas que muestran conductas violentas deben intervenir en programas de reeducación de sus hijos, programas que deben tener un seguimiento y una evaluación.

La familia continúa estando a la cabeza de los valores considerados más importantes por los españoles. No obstante, no está exenta de tensiones y conflictos entre padres e hijos, lo que se traduce en confusión y desorientación. Así, un tercio de los padres españoles con hijos adolescentes siente que no educa bien o que no sabe hacerlo. Un 40% reconoce no manejar bien los conflictos de convivencia y uno de cada cinco padres afirma sentirse desbordado, principalmente por las exigencias económicas de sus hijos.

El dinero que se debe dar a los hijos, los horarios de vuelta a casa, los estudios y la colaboración en las tareas domésticas centran los conflictos familiares.

Existe una relación directa entre el clima de comunicación familiar y el rendimiento escolar, de manera que cuanto mejor es la comunicación en el seno de la familia, mejor suele ser el rendimiento escolar de los hijos. Un clima familiar en el que los principales conflictos de convivencia vienen provocados por cuestiones como el dinero que han de percibir los hijos, los horarios de llegada a casa, los estudios y cuestiones relativas a la colaboración en las tareas domésticas. Por contra, los hijos centran las discusiones en temas sobre el sexo, los amigos o las drogas, aunque no son cuestiones que generen importantes conflictos. Estas discusiones y diferencias de criterio provocan que uno de cada tres padres afirme sentirse, en ocasiones, desbordado y resignado, y un 8% se sienta impotente o incluso desesperado hasta reconocer que «los hijos le agobian». Por otra parte, destaca que los padres ven con un tinte más optimista la relación con los hijos que la que éstos tienen con respecto a ellos. Así, y a pesar de que para los adolescentes la unión familiar es valorada como un principio importante, en la práctica, no pasan del 39% los hijos que reconocen que les gusta pasar el tiempo con su familia.



¿Familia ideal?
No existe, ni siquiera como tipo ideal «la familia española». Así, existen en nuestro país cuatro modelos familiares:
• La familia «nominal» es la que puede definir al 42,9% del conjunto de la población. En ella las relaciones padre-hijo pueden ser calificadas como de coexistencia pacífica más que de
 convivencia participativa, pues existe poca comunicación. Los padres optan por no enfrentarse a los conflictos que puedan tener con sus hijos y se muestran desimplicados con los problemas y demandas de sus hijos.
• A ella le sigue la familia «endogámica», un modelo al que se adscribe el
23,7% de los españoles y que se caracteriza por un núcleo familiar muy unido donde priman las buenas relaciones.
• La familia «adaptativa» agrupa al 18,4%, en ella se da una buena comunicación entre padres e hijos y se muestra más abierta a las diferencias de opiniones, aunque no por ello está exenta de conflictos.
• Finalmente, con un 15%, en la familia «conflictiva» priman las normas fijas e inflexibles en donde los hijos se enfrentan a unos padres que no entienden y que se aferran a normas poco realistas.

Profesores: ¿niñeras?, ¿colegas?, ¿padres?
PAPEL DE LOS PROFESORES. el profesor debe recuperar su reconocimiento social, tenga autoridad y, por tanto, más armas para combatir disfunciones en las aulas. Indisciplina la habrá siempre. Por eso, hay que restaurar la dignidad de los profesores dotándolos de las capacidades necesarias para hacerse respetar. Abogar por el restablecimiento de la autoridad de los profesores con propuestas legislativas que les permitan mantener un buen clima escolar esto tiene que implementarse con mantener una disciplina coherente, tanto en casa como en la escuela. Formación continua también a la falta de capacitación de los docentes para resolver los conflictos.

Si por una parte los padres piden una mayor implicación del profesorado y buscan la delegación de responsabilidades, por otra, los docentes se ven sobrepasados cada día ante la delegación de tareas que la sociedad les encomienda. los cambios sociológicos acaecidos en las dos últimas décadas en España han provocado que los niños, desde su infancia, permanezcan largas jornadas en guarderías, escuelas y colegios y el hogar ha pasado a un segundo plano. «Los alumnos van a la escuela para aprender todo lo que necesitan saber, desvinculándose los padres de su principal obligación, de la que parecen rehuir». Los resultados no han sido muy positivos en cuanto a valores y a educación. Por ello no resulta extraño que los padres tengan serias dificultades para controlar la vida de los hijos al llegar éstos a la pubertad, los padres no pueden eludir la responsabilidad que tienen en el proceso educación de sus hijos. las familias donde escasean las actitudes positivas entre sus miembros resultan un buen semillero de alumnos conflictivos y poco o nada interesados por el estudio y el trabajo. la institución educativa es necesaria cuando los conocimientos se van haciendo más complejos y resulta difícil o imposible que los miembros de la familia los posean de manera suficiente para enseñarlos. NORMAS CLARAS. Los centros deben tener normas claras; con reuniones en las aulas en las que los niños discutan sobre las reglas de funcionamiento y se responsabilicen de ellas, en las que se propicie una cultura de empatía (ponerse en el lugar de otro). La necesidad de evaluar, a través de la inspección y de las autoridades educativas, los distintos programas es otra de las aportaciones.

De todas formas, corresponde al colegio avanzar en esta línea de mayor apertura a las familias, posibilitando que los padres, en la medida de sus posibilidades, puedan participar. Es entendible que la mayoría de los padres, por propia iniciativa, no intenten vincularse activamente al colegio. Todos podemos pensar en razones personales para justificarlo (falta de tiempo, miedo en entrometernos,. Sin embargo, ni ngún obstáculo es insuperable ni es justificación para impedir la intervención de todos aquellos que estén interesados. El colegio puede actuar a diferentes niveles:

- Favoreciendo la comunicación entre la familia y los profesores, de forma que tanto los profesores como las familias tengan a su disposición toda la información y ayuda necesaria para trabajar por el éxito del alumno, independientemente de que existan o no problemas en los hijos.

- Ayudando a las familias a establecer un entorno familiar que apoye el aprendizaje . Los padres son los primeros y más importantes profesores para sus hijos y son la clave de su éxito en la escuela y más allá. Por tanto, el apoyo a los padres desde la escuela es un componente clave. Esto implica establecer una plataforma desde la que intercambiar ideas y experiencias sobre el desarrollo físico, intelectual y personal de los niños y adolescentes.

- Proporcionando ideas a los padres sobre cómo ayudar a sus hijos en casa en las tareas académicas. El currículum del hogar esta constituido por distintas dimensiones familiares como los valores, las actitudes, las expectativas, las aspiraciones... lo cual, aún no siendo siempre consciente e intencional, determina en gran parte el desarrollo de habilidades para la toma de decisiones, el autocontrol, la motivación, la disciplina, el estudio.

- Abriendo la puerta a la ayuda y apoyo de los padres, tanto para las tareas escolares (académicas o no), o extraescolares (talleres, actividades de tiempo libre,), incluso desde periodos tan breves como una hora al mes y desde el propio hogar de la familia, si fuera el caso.

Si se cree en la implicación de las familias en los centros, las posibilidades de participación de éstas son tan amplias, que no se trata de que los padres participen haciendo algo que no quieren sino todo lo contrario. Los padres deben plantearse cuales son sus recursos, habilidades, intereses o motivaciones y ver de que forma eso puede ajustarse con las posibilidades reales del centro.

Sin embargo, no todos los padres perciben la importancia de su implicación en la educación de sus hijos de la misma manera. Mientras algunos padres estarán deseando que la escuela les invite a participar en ella, otros, por mucho que el colegio insista preferirán dejar la educación en manos exclusivamente de los profesores.

En cualquier caso, lo que queda fuera de toda duda, es que todos tenemos intereses comunes y que la participación activa de los padres en el centro supone un enriquecimiento mutuo de todos los implicados, profesores, directivos, padres, pero sobre todo para los hijos. Debemos intentar trazar el camino para favorecer la implicación de aquellos que sí deseen participar.

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