No hace falla pensar mucho para escribir sobre este tema , porque ya está todo escrito, es cuestión de leer y reflexionar un poco.
Reescribir las declaraciones del Seminario Internacional Contra A Violencia de Género desarrollado en Castellón, donde quedó reflejo de este tema, es hacer de sus conclusiones mi pensamiento y mis palabras.
Históricamente y prácticamente en todas las culturas de nuestro planeta, las mujeres fueron víctimas propiciatorias de todo tipo de violencia: cultural, porque asociadas la naturaleza y a la reproducción se les impidió la posibilidad de ser sujetos creativos, creadores - productivos, construyendo el simbólico femenino desde los únicos paradigmas: la maternidad y el placer sexual...
La amplia gama de manifestaciones de la violencia contra las mujeres tiene:
-Estructural, como por ejemplo: la feminización de la pobreza, la discriminación salarial, el techo de cristal, la segregación sexual del mercado de trabajo, la doble o triple jornada, etc.
- Directo, la que tiene numerosas maneras de agresiones: sexual (maltrato, violaciones, acoso, ostigamiento), psicológica (menosprecio, insultos, amenazas, presión, etc.), emocional (chantaje, dependencia), física (empujones, bofetadas, golpes, palizas, asesinatos) .
-Social (esclavitud, trafico de personas).
- Política (la violación como arma de guerra),
¿Cual es la más grave? Difícil respuesta pues todas están relacionadas entre sí, de manera que bien una tipología justifica la otra, o bien la desencadena. En cualquiera caso, podemos afirmar que, del 52% de la población mundial que representan las mujeres, no existe una sola mujer que no haya sufrido como mínimo una agresión, de cualquiera de las planteadas, por el simple hecho de ser mujer.
El problema de la violencia contra las mujeres es, por lo tanto, amplio, complejo y grave, sí tenemos en cuenta que la violencia doméstica y por razón de sexo contra las mujeres, es una de las causas que mayor número de muertes produce en todo el planeta. Por otra parte, este problema es mayor por cuanto los gobiernos no disponen de los recursos suficientes para medir sus consecuencias y menos aún, de todo el operativo que requiere atajar el problema y acabar con él en todas sus dimensiones: paliar - reparar el daño; recuperar la víctima; sancionar la quien lo produce; prevenir que se vuelva a producir; atajar las causas; erradicar el problema.
Se sacan nuevas leyes pero muchas veces no están acompañadas, de los recursos económicos, de personal, ni de aquellos que tienen interacción.
Esta falta de dispositivos se hace realidad, a su vez, con la falta de voluntad política, económica, cultural y social que manifiestan las sociedades patriarcales, es decir, no sólo reconocer el problema, sino la importancia de la cuestión, incluso, la percepción de que la violencia contra las mujeres es uno de los problemas más graves.
El Artigo 1 de la Declaración sobre eliminación de la violencia contra la mujer de la Asamblea General de Naciones Unidas (Resolución 48/104 del 20 de diciembre de 1993) define la violencia contra la mujer como "todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener cómo resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública cómo en la personal".
Como se dice en el Manifiesto del Día Internacional Contra la Violencia de Género, este manifiesta que consideramos que la violencia contra las mujeres no puede ser tratada por más tiempo como un problema, personal, sino que debe afrontarse cómo lo que realmente es, esto es, una flagrante violación de los derechos humanos más elementales y un atentado contra la esencia misma de la convivencia en libertad y democracia.
Justo por esta dimensión social y cultural inherente a la violencia de género, estamos convencidos de que, sólo a través de la asunción de una responsabilidad compartida por parte de la ciudadanía en su conjunto, podremos erradicar definitivamente esta terrible lacra de nuestra sociedad.
Así, junto al compromiso firme e irrenunciable de los poder públicos, debemos situar las actitudes que todos y cada uno de nosotros, como ciudadanos particulares, y como profesionales, adoptemos en nuestra vida diaria, tanto en el que se refiere al apoyo y protección de las víctimas, como en el que respeta al rechazo y marginación de los maltratadores.
Dejar constancia de nuestro compromiso personal en esta lucha ,que debe ser conjunto, contra cualquier acto que atente contra la integridad y dignidad de la mujer, y defender una sociedad justa y paritaria en la que mujeres y hombres podamos participar equilibradamente en todos los ámbitos y tomar conjuntamente las decisiones que nos afectan.
Amigos, mas allá de estas reflexiones, está el sentido común, está claro que con nuestro ejemplo sobre todo por parte de los hombres, tenemos que rechazar cualquier forma de discriminación y sobre todo potenciar la educación e inculcar valores a nuestros niños, ya que más allá de las diferencias que por la propia naturaleza humana tenemos los hombres y mujeres, lo del maltratato, no es más que un reflejo de la sociedad, sí existe este problema no es sólo un hecho del maltratador, sino cada vez que exista una víctima es un error de todos nosotros, en definitiva de la sociedad.
Es hora que cada quien desde su vida diaria colabore en este tema, grave, y no hacer como la avestruz, o no querer saber nada, no sólo de palabras viven las personas , sino de hechos. Hagamos una reflexión en nuestro entorno y podremos ver cuantas exclamaciones, hechos y pensamientos, hacemos a diario para que la semilla de este problema brote en la educación e impregnación de los valores nuestros niños, que en sí incluso terminan generando desde niños el pensamiento y actos que potencian la discriminación de la mujer.
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